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La paz de la sociedad depende de la justicia. La tuya va a depender de que vivas sin malicia


“Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”

Francisco de Quevedo.

No siempre la justicia y la ley están en perfecta armonía.

La ley no necesariamente expresa lo justo pues, quien legisla es el hombre, el cual en su imperfección es permeado por la subjetividad, la ambición y los intereses, por tanto, el campo de lo legal viene a ser un escenario insoslayable para el qué hacer del cristiano. No hacerlo, sería abandonar a su suerte a los más vulnerables.

Está claro entonces que, aunque nuestra causa sea justa, eso no significa que tenemos por ello asegurada la victoria inmediata. Temporalmente podemos llegar a sufrir una y hasta sucesivas derrotas. Pero esta probabilidad no debería arrastrarnos al desaliento ni a la desesperación sino todo lo contrario.

Si nuestras batallas están están inspiradas en el Evangelio y cuentan con el aval de la Palabra, mantengámonos firmes, perseverando con paciencia e inteligencia.

“No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos”. Galatas 6, 9

La vida es cambio constante, lo que hoy es puede ser que ya mañana no sea. La correlación de las fuerzas pueden variar de un momento a otro, más Aquel que pelea por nosotros es el mismo hoy, mañana y siempre.

Y claro está que en el marco de un régimen de injusticia enarbolar lo justo y razonable implica sus riesgos. A nadie se le ha dicho que la vida del cristiano seria fácil pero ¿qué se le va a hacer? Aquí no hay más que dos alternativas: terminar nuestros días reducidos a escoria, o llegar hasta el cielo vestidos de gloria.

Y esto no es para que nadie quiera salir por ahí como “El Llanero Solotario” en busca de rangos, estrellas, ni galones. El único héroe que debe sobresalir en este combate es Cristo, el Justo Juez. Conviene aquí recordar el corito de la conocida alabanza que dice: “No es con espada ni con ejército, es con su Santo Espíritu.”

A su debido tiempo, los jueces de este mundo también serán juzgados y conste que no me refiero aquí únicamente a los Señores Magistrados que hacen su trabajo en los tribunales.

El juez puede ser tú o puedo ser yo cuando ostentamos o representamos el poder en nuestros hogares o centros laborales, en nuestra iglesia o comunidad, en fin, en cualquiera de los ambientes que frecuentamos o hacemos vida.

“Porque Dios pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras”.

Romanos 2, 6

La justicia está considerada como una virtud suprema. Es el mismo Jesús quien manda a buscar primeramente el reino de Dios y sus justicia.

El reino de los cielos es un reino de justicia y paz nos dice el apóstol Pablo.

Así que aterrizando esta reflexión de lo general a lo particular concluyo diciendo que la paz de la sociedad depende de la justicia y la tuya va a depender de que vivas sin malicia.

“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”.

Antoine de Saint-Exupery.

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