Navidad es asunto de Dios y cosa nuestra. Ya Él hizo su parte, sigue pendiente la nuestra
“La Navidad comienza en el corazón de Dios, y sólo está completa, cuando llega al corazón del hombre.” Anónimo.
Una conocidísima agencia de noticias y de investigación periodística local que produce varios programas por uno de los más importantes canales de televisión de nuestro país, inició el año pasado una vistosa campaña dizque de Navidad que se ha vuelto a editar en la presente temporada, donde la verdadera estrella, causa y sujeto de la misma que es el nacimiento del niño Jesús se encuentra total y absolutamente ausente.
¡Vaya usted a ver!
Para ello emplean voz y rostros de algunos de los más famosos y populares artistas nacionales que más que a la Navidad le cantan al nombre de la agencia y a “la brisa”, palabra que se escucha siete veces durante la emisión de cada promo, donde la figura principal no es Jesús sino la periodista que es el rostro y la imagen principal de la empresa.
Esto es solo una pequeña muestra en el plano local de lo que acontece a nivel global, aupado por intereses transnacionales en el marco de una agenda que busca hacer desaparecer los valores cristianos de la conciencia de la raza humana, como si pretendieran con ello nuestra aniquilación espiritual, para que el dios capital pueda proseguir sin ningún oponente ni rival enseñoreándose en las mentes y corazones de todos los hombres y mujeres que pueblan la tierra.
Como cristianos, tú y yo estamos en el sagrado deber de velar para que nada ni nadie nos robe el verdadero espíritu de la Navidad.
Navidad no es ir de tienda ni de parranda.
Tampoco es para embriagarse ni para comer en exceso.
No es ocasión para andar haciendo ruidos innecesarios ni para el trasnoche.
La más breve y certera definición de Navidad es el nacimiento de Jesús que es el primer acto en la consumación del extremo amor de Dios Padre por nosotros, que en su infinita misericordia viene en el Hijo a manifestarse como humano para que todo aquel que en él crea encuentre la salvación como bien lo expresa 1 Juan 3:16
La segunda y más importante prueba de la magnitud extrema de ese amor fue la crucifixión y muerte de Jesús en la cruz, pagando con su vida a precio de sangre por nuestras culpas y pecados.
Por consiguiente, celebremos la Navidad apegados a su verdadera razón y a su genuina y purísima esencia, con jubilosa alegría en recordación del nacimiento de nuestro Salvador.
Celebrémosla también permitiendo que su espíritu de amor nos transforme de tal manera que podamos irradiarlo en pensamientos, palabras y obras.
Jesús es el más elevada y puro referente del amor verdadero; luz del mundo, príncipe de paz, esperanza de gloria, camino, verdad y vida.
Navidad es todo eso y mucho más, porque Jesús es nuestro mayor y más valioso tesoro.
Finalmente, aunque quizás esto nunca te haya pasado por la mente, NAVIDAD ES TAMBIÉN SUPREMA MANIFESTACIÓN DE LA DIVINA PACIENCIA.
Me explico.
En el principio, el Creador nos hizo a imagen y semejanza suya pero eso nunca lo llegamos a comprender.
Luego, con la encarnación de Jesús en el vientre de la Santísima Virgen Maria, el fenómeno ocurre a lo inverso: El nace a imagen y semejanza nuestra para enseñarnos a recuperar la imagen y semejanza suya que nos es inherente.
Así que, la Navidad es asunto de Dios y a la vez cosa nuestra.
Ya el hizo su parte, hagamos nosotros la nuestra.