Más que predicar o cantar, evangelizar es dar frutos que pasen la inspección del espíritu
Así como toda fruta, cada rosa, y ciertos árboles ornamentales y maderables expelen un aroma especial y única que les caracteriza, tú y yo podemos inundar los ambientes que frecuentamos, y más aún en los que habitamos, con la fresca y seductora fragancia del Evangelio.
Sin embargo, para lograrlo, es necesario que nos ocupemos de conocer a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo y de dar frutos, porque es de eso y no de otra cosa, de lo que trata la vida cristiana.
Tajante afirmación que no proviene de mi, sino del mismo Jesús que en Juan 15:16 declara lo siguiente:
“Ustedes no me eligieron a mí, he sido yo quien los eligió a ustedes, y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi nombre."
No es posible conocer a Dios Padre y a su hijo Jesucristo sin dar frutos.
Así que si no estamos dando frutos es porque no lo conocemos.
Sabemos a cerca de él pero todavía no lo conocemos.
Es por ello y para ello, que Jesús nos llama y nos busca de manera insistente, y sólo cuando se lo permitimos, él nos escoge, nos prepara y nos envía para que demos frutos. Entonces, cuando estamos haciendo eso (dando frutos), todo lo que le pidamos al Padre en su nombre, se nos concederá.
Ocupémonos, pues, de dar frutos buenos que permanezcan, so pena de ser cortado y echado al fuego.
Esto queda claramente consignado en Mateo 7:18-20
"Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como tampoco el árbol malo puede producir frutos buenos. Todo árbol que no da frutos buenos se corta y se echa al fuego. Por lo tanto ustedes los reconocerán por sus obras."
Pero como tenemos la tendencia de vernos a nosotros mismos como muy buenos y santos, mientras nos la pasamos juzgando a los demás como los malos de la película, la pregunta que todo cristiano debería hacerse es, ¿cómo saber si dentro de la espesura del bosque de nuestro Padre Creador yo soy uno de sus árboles buenos?
Pablo nos da la respuesta en Galatas 5:22-23
"En cambio, el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, generosidad, bondad, fidelidad, humildad, y dominio propio. Estas son cosas que ninguna ley condena."
Auscultemos en nuestros corazones para ver si estamos produciendo cada uno de esos frutos.
1- El AMOR o caridad como fruto fruto del Espíritu se nutre del mandamiento principal que nos insta a amar a Dios, y al prójimo como a nosotros mismos.
2- Para Su Santidad el Papa Francisco, el GOZO viene a ser un asunto tan apremiante, que hace poco produjo una declaración donde decía que es imposible evangelizar sin alegría.
Y es que ciertamente, no puede estar triste un corazón que tiene al Cristo que es su esperanza de gloria.
3- Toda la PAZ que necesitamos ya Jesús nos la dio en Juan 14:27 y él mismo nos la recuerda de una manera dinámica en cada Eucaristía a través del celebrante: "Mi paz os dejo, mi paz os doy", a la vez que nos llama a compartirla con los hermanos que están a nuestro lado.
Quien quiera experimentar la paz de Dios de una manera profunda, en expansión y continua, ha de saber que la misma sólo se obtiene dándola, siendo uno mismo el instrumento de esa paz que anhela.
4- Y yo que estoy cosechando
Los frutos de mi PACIENCIA
¿Los voy a echar a perder
Porque alguien contra mi
Cometa alguna imprudencia?
En el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios, versículos 4 y 6, el Apóstol Pablo le asigna a la paciencia un rol tan relevante que parecería dar a entender que sin el auxilio de ella el amor no seria perfecto, no se podría expresar a plenitud.
Dice textualmente que "el amor es paciente y muestra comprensión.....no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.....lo espera todo y lo soporta todo."
La gran prueba de fuego del amor es la paciencia, que nace de la comprensión de los demás y constituye el arma predilecta de las almas que han elevado su corazón al Omnipotente.
El guerrero iluminado nunca se lanza a la batalla sin incluirla entre sus pertrechos espirituales.
5- Basta exponer aquí algunos conceptos opuestos al de GENEROSIDAD o amabilidad para que nos demos cuenta cómo está afectando a nuestro mundo la falta o carencia de este fruto del Espíritu.
Quien no es amable es antipático, desconsiderado, descortés, desatento, frío en el trato con los demás, irrespetuoso, negligente, sarcástico, despiadado, agresivo y violento.
Pero si hay algo que definitivamente nos puede ayudar fomentar la amabilidad en nuestro mundo es la "La Regla de Oro" que nuestro Señor nos da en Mateo 7:12 "Trata a los demás, como quieres que te traten a ti."
6- La predisposición o inclinación para hacer el bien, para ayudar a quien lo necesita, es la BONDAD Leemos en 2 Tesalonicenses 3:13 "Por su parte hermanos, no se cansen de hacer el bien."
Y dichosos aquellos que así lo hicieren porque comprobado está que el bien que hacemos a los otros repercute en nosotros, pues como sabemos, Dios ama al dador alegre y en la medida que damos, recibimos.
7- Una de las virtudes que más se aprecia en el ser humano, es la FIDELIDAD, especialmente a su pareja, el cumplimiento al compromiso ante un juez, o mejor aún ante el altar para ser fiel el uno hacia el otro, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.
Sin embargo, siempre existirá el riesgo de que tan preciada virtud pueda rodar por el suelo, especialmente cuando estamos solos, en presencia de algo prohibido, o de alguien que nos interesa, que nos seduce y atrae.
Y es esta posibilidad la que le da validez extrema al hábito de rezar el "Padre Nuestro" todos los días al despertar, haciendo hincapié en el "no nos dejes caer en la tentación."
8- La HUMILDAD o mansedumbre consiste en ser discretamente efectivo, sin ningún tipo de rivalidad, sin vanagloria ni ruido, dejando que sean nuestros hechos hablen por nosotros.
Ser humilde es reconocer que aunque por nosotros mismos nada podemos hacer, en Cristo encontramos el potencial ilimitado para ser y hacer, por lo que siempre debemos darle la gloria a él. Y si hay un versículo bíblico que nos puede ayudar a ser humildes, ese es Juan 3:30 "Es necesario que él crezca y que yo disminuya."
9- La verdadera fortaleza de carácter se pone de manifiesto en una persona cuando esta tiene DOMINIO PROPIO, o control de sí misma.
Leemos en 1 Pedro 5:8 "Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el Diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar."
Donde no hay autocontrol el Demonio juega su rol, empujando a sus víctimas a vivir sin honor y a morir en el más absoluto desprecio.
En conclusión, más que simplemente predicar o cantar, evangelizar es dar buenos frutos que puedan pasar la inspección del Espíritu.