No hay puerta cerrada que no se abra para aquel que escucha y acoge la palabra
Vivir de a plena conciencia en la presencia de Dios debería ser el imperativo de todo convertido, porque ello equivaldría a experimentar...
El silencio es para mí, necesidad tan vital como alimentarme o descansar. Allí recibo palabras vivificantes oriundas de las alturas, proyectos y encomiendas del cielo que le dan sentido a mi vida.
Cuando alineamos correctamente nuestra mente en dirección al Altísimo, automáticamente sintonizamos su frecuencia, y las ideas divinas empiezan a fluir.
Así surgieron las reflexiones que a continuación te entrego, en la seguridad de que podrían ser de bendición para tu vida.