Mi tiempo es un "Crono-Granero" que se revaloriza en la medida que lo comparto
La vida es tiempo.
Ni siquiera podemos concebirla al margen de este; son inseparables, y toda nuestra existencia se mide y transcurre dentro de él.
Por ello el tiempo no sólo es un recurso valioso sino también vital capital. Un regalo de Dios que en su infinita bondad y justicia a todos reparte por igual.
Por ello, después del suicidio, el atentado más grande que una persona pueda cometer en contra de sí misma es “matar el tiempo”, dilapidarlo, de donde surge y urge la necesidad de aprovecharlo sabia y fructíferamente.
El tiempo mejor aprovechado es aquel que pasamos en la presencia del Dios de donde procede; es el que empleamos en cultivarnos y formarnos con la visión y la intención de ponerlo al servicio del prójimo.
Servir es la forma más sabia de insertarnos en su discurrir.
El tiempo es una semilla que en que en todas partes se da, pues donde quiera que lo plantamos nos devuelve el ciento por uno.
No hay nada más fecundo que tomar partículas de nuestro "crono-granero" para cultivar un amor, una amistad, una relación o para consagrarlo a una buena causa.
Lo sé porque el tiempo de calidad que he invertido en los demás y en mí mismo, al parecer salió por ahí a recoger lo mejor de la vida para depositarlo en las góndolas de mi ser.
Soy consciente de que el tiempo que se ma ha dado es un valioso tesoro que sólo se agota conmigo, justamente con mi última exhalación, con mi último latido.
Por eso vivo en en la seguridad de que lo más valioso que tengo nadie me lo puede arrebatar.
Un bien que aumenta en la medida que doy, una fortuna que crece cada vez que la comparto.
No se trata de un tesoro que cuido, es más bien que mi tesoro me cuida y me guarda en su amor.
Mi corazón reposa en paz porque mi tesoro mayor esta custodiado por los ángeles del cielo.
No estoy aquí para siempre
Como vine he de pasar
Cuando se cumpla mi tiempo de servicio en este plano
Cuando mi carne y mis huesos regresen al polvo
¿Qué me habré de llevar?
Me llevaré solamente el gozo que repartí
La alegría y la satisfacción de aquello que compartí.
¿Y qué es lo que voy a dejar?
La fragancia de mi amor
Un referente de luz
Y al examinar mis pasos me inunda una dulce paz
Estoy dejando unas huellas
Que quien venga tras de mi
Si las sigue hasta el final
Se encontrará con Jesús.