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El fascinante Amor del Padre. Para nuestra basta una glándula


Entre los diferentes atributos de Dios sobresale el de Padre, que de hecho figura como la primera persona de la Santísima Trinidad. Jesus se encargó de revelárnoslo, de dárnoslo a conocer como Padre suyo, tuyo y mío. Y para que nunca lo olvidáramos nos dejó como imborrable legado la perfectísima oración del Padre Nuestro. Padre porque es fuente y principio de toda vida; el Creador. Padre porque prevé y provee de manera satisfactoria para las necesidades de toda su creación. Fíjese usted que en su inmenso amor tuvo la santa precaución de manifestar al ser humano sólo cuando ya había creado toda la infraestructura de apoyo vital para nuestra sobrevivencia: sol, tierra, agua, aire, árboles y animales de todo tipo y de toda especie. Ah, pero no vaya nadie a pensar que nos iba a dejar a la deriva en medio de un mundo tan complejo como quien dice: "ya yo cumplí con hacerlos y dejarles todo lo que necesitan, "bandeensela" como puedan." No. La buena noticia es que Él mismo sigue formando parte como ente fundamental que sostiene toda esta red de apoyo, asegurando que durante milenios la tierra siga girando a un ritmo inalterable sobre su eje, para que los mares no se salgan de sus límites, ni para que al sol se le vaya a ocurrir aumentar su potencia de fuego más allá de lo que la vida la terreste pueda soportar, por citar tan solo estos pocos ejemplos. ¿Quién puede dudar entonces que tenemos un padre bueno que nos ama? Estamos hablando pues, de infinitos e intrínsecos detalles de su creación, muchos de los cuales siguen siendo aún enigmas para la ciencia, que nos hablan de una supra inteligencia que a todo lo que hace le imprime el sello de su divina perfeccion, por amor. Son tantas las cosas que Dios Padre hace por nosotros, que lo que podemos percibir constituye a penas una ínfima e insignificante porción con relación a lo que usted y yo ni siquiera nos percatamos que está ocurriendo. El hipotálamo, por ejemplo, que es una pequeña glándula del tamaño más o menos de un grano de habichuela, es el núcleo cerebral que funciona como un termostato para regular la temperatura del cuerpo, valiéndose para ello de la sangre y de los vasos sanguíneos. Así, cuando hace mucho frío (hipotermia), el hipotálamo produce vasoconstricción, donde los vasos se cierran para proteger nuestros órganos principales de las bajas temperaturas. Y de modo inverso, cuando hace mucho calor (hipertermia), esta pequeña glandulita hace que los vasos sanguíneos se abran (vasodilatación), generando el sudor que viene a refrigerar nuestro cuerpo. En cuanto a mi, conocer el amoroso modus operandi de Dios Padre, constituye la cosa más fascinante. Así que quien tenga alguna duda del asombroso e inmenso amor del Padre, para muestra basta una glándula.


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