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El Sol radiante de la reconciliación


Lo más provechoso que le puede ocurrir a un alma en conflicto con la Ley de Dios es una buena reconciliación, pues esta trae consigo un sentimiento profundo y continuo de paz. "Vuélvete ahora en amistad con Dios y tendrás paz". Job 22:3 Conviene recordar que transgredimos la Ley en pensamiento, palabra, obra y omisión, y que el pecado viene a ser como la barba en el hombre que se afeita hoy e inmediatamente empieza a salir de nuevo, por lo que hay que estar afeitándose constantemente. Una estrofa de mi canción "Sacramentos" aborda este tema de la siguiente manera: En la senda que lleva a la santidad Voy cruzando el lago de la tentación Y secando mis pensamientos mojados Bajo el sol radiante de la reconciliación. Llega un momento en que a causa de nuestros errores, el peso de nuestras culpas provoca una rebelión de nuestra conciencia que nos acusa y nos somete a juicio, durante el cual experimentamos una zozobra que nos arrebata la paz que anhelamos. Entonces una imperiosa necesidad interior nos grita desde lo más profundo del alma que anhela, presiona, y aboga por una reconciliación con la parte y El Todo. La misericordia de Dios Padre es tan grande, que instituyó por medio del hijo, el sacramento de la reconciliación, el cual en virtud de la sucesión apostólica por la que se rige nuestra iglesia, los Sacerdotes tienen la potestad de ayudarnos a reconciliarnos con Dios, ya que han sido consagrados para proceder en tal sentido en el nombre de Jesus, otorgarndonos el perdón si así lo solicitamos, y sin importar cuantas veces incurramos o reincidamos en el pecado, porque él no quiere que ninguna alma se pierda. Así está consignado en Juan 20:23 "A quienes ustedes descarguen de sus pecados, serán liberados; y a quienes se los retengan, les serán retenidos”. Los Sacramentos constituyen unos de los más valiosos tesoros doctrinarios de nuestra iglesia, instituidos por Dios, por medio de los cuales celebramos nuestra unidad con él, requisito indispensable para alcanzar una verdadera reconciliación de todo aquel que como hijo sienta la necesidad de permanecer en relación armoniosa con el Padre de la gloria. En el nivel más profundo, el hombre peca porque no conoce a Dios. "Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.... Y el que ha nacido de Dios no peca." 1 Juan 4:7; y 3:9 Asimilar bien esto, nos puede ayudar a despertar y a levantarnos a una conciencia de Dios que actúe en nosotros de modo preventivo, que sirva como un muro de contención frente a las tentaciones que nos inducen al mal, para así ir saliendo poco a poco del círculo vicioso de hoy peco y mañana me reconcilio o confieso, para más adelante volver a pecar y luego volverme a reconciliar, para que no nos pasemos la vida perdidos irresponsablemente en un laberinto de fuego, coqueteando alegremente con Dios y con el Diablo a la vez. Finalmente, el punto culminante para lograr una verdadera y duradera reconciliación con Dios es buscarle, consagrar nuestras vidas a él, y vivir en total obediencia y gozosa entrega para la gloria de su Nombre. Les puedo asegurar que la recompensa para quienes así lo hagan de corazón y con santa intención no es pequeña. O si no, que me desmienta Job 36:11 "Si oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bienestar y sus años en dicha. O que me haga pasar por embustero Salmos 34:10 "Pero los que buscan del Señor, no tendrán falta de ningún bien." O que me haga quedar como un ignorante Salmos 37:4 "Deléitate, así mismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón."

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